Resumen

Ese breve artículo presenta los reflejos de la globalización en las esferas de lo político, de lo económico, de lo cultural y de lo social y plantea alternativa al consumismo exacerbado experimentado por la sociedad contemporánea como camino “natural” a la felicidad.

Palabras Clave: Globalización. Reflejos. Consumismo. Decrecimiento. Supervivencia humana.

Abstract

The brief article presents the consequences of globalization in the fields of politics, the economic, the cultural and the social and alternative poses exacerbated consumerism that contemporary society is experiencing as a "natural" way to the happiness.

Keywords: Globalization. Consequences. Consumerism. Decrease. Human survival.

Sumario: Introducción. 1. La globalización y sus reflejos. 2. El decrecimiento económico como alternativa a un mundo equilibrado. Conclusión. Referencias bibliográficas.

Introducción

    El recorrido de la globalización neoliberal ha producido cambios en los varios aspectos da la vida en sociedad, es decir, ha promovido alteraciones políticas, sociales, culturales y económicas que en demasía sirven para explicarse ese momento de crisis conjetural del capitalismo global.     La sociedad contemporánea se convirtió en una sociedad que nasce, vive y muere con reto en el consumo desenfrenado de bienes y servicios puestos a su disposición por un mercado globalizado que identifica la felicidad con el consumo. De ahí, hace falta pensar en una  alternativa que preserve el medioambiente e garantice la justa distribución de riqueza a todos los seres humanos.

1. La globalización y sus reflejos

    Carlos Taibo subraya que la primacía de la especulación, aliado a las fusiones de los grandes capitales y la facilidad de la deslocalización de los puestos de trabajo acarrean la profundización de bandas criminosas, al tiempo en que se exigen más y más desregulación estatal. Ese síntoma económico refleja en lo social a través de la ampliación de las desigualdades socio-económicas pues la índole capitalista privilegia la acumulación de capital por pocos en detrimento de los demás, consolidándose la injusta idea de la sociedad 20/80. A la esfera de lo político, cabría, entonces, garantizar material y jurídicamente la libre circulación del capital, lo que significaría una creciente desregulación normativa y la privatización de los servicios públicos esenciales, tales como: sanidad, seguridad, transporte, vivienda etc., de manera que las corporaciones capitalistas pudiesen operar libremente y dictar sus valores y  sus reglas a los demás, sin tener, de hecho, aptitud representativa-democrática adecuada para hacerlo. Así, al mismo tiempo que se verifica una desregulación de la vida privada, se percibe un incremento en el aparato represivo estatal, con doble función: de un lado, sirve de instrumentos garantizador de los derechos neoliberales (con la excusa de combatir la guerra al terror, produciéndose el fascismo social, o valiéndose del neoconstitucionalismo como freno al orden internacional contrario a la ganancia capitalista etc.), y, de otro, como control a las reacciones populares que pudiesen estar en contra del sistema capitalista y su patrón cultural centrado en una sociedad occidental del consumo. Similar reflexión hace María José Fariñas Dulce al descorrer sobre las escisiones del sistema capitalista, para quien el escenario de la crisis mundial, por la que pasa el sistema capitalista neoliberal, deja descubiertas dos escisiones, es decir, explicitan síntomas graves de naturaleza socio-económica y socio-cultural.     La especulación de capitales; la desregulación en sus varias facetas y la externalización de los medios productivos industriales y respectivos puestos de trabajo son ejemplos de escisiones socio-económicas. La externalización o deslocalización de los puestos de trabajo desde el Norte hacia el Sur, específicamente, a los países en vías de desarrollo como Brasil y India impone una paradoja sistémica, o sea, una inversión de los problemas socio-económicos en el eje Norte-Sur, tras el incremento de la tasa de paro en países desarrollados y consecuente apertura de puestos de trabajo en el Sur, con, consiguiente fortalecimiento de los mercados internos, de la renta de la población y el surgimiento de nuevas estándares de consumo. La principal razón para ese fenómeno es la facilidad de transferencia e de instalación de los medios productivos, atraídos por incentivos gubernamentales y/o por deficiencia de las normas internas de protección de los derechos humanos, sobre todo, de los laborales. Como ya advertía Juan Carlos Monedero al referirse a una crisis de los marcadores de certeza social, el deseo por consumir está sustituyendo el trabajo como instrumento de integración social. En otras palabras, el sistema capitalista neoliberal, bajo sus valores fundamentales (la competitividad, el consumo y la desregulación), alimenta en el imaginario social  la idea de que el acceso a la dignidad, a la seguridad y a la felicidad solo se logra a través del consumo de los bienes y de los servicios puestos a disposición de las personas, estén donde estén, gracias a la revolución informática y a la integración globalizada de los mercados (“localismos globalizados” x “globalismos localizados”). Sin embargo, ese consumo desenfrenado esconde una triste realidad, es decir, convierte las personas en meros clientes, egoístas e individualistas, los cuales piensan solamente en consumir y consumir, poco les importando si las políticas públicas estén en plena actividad; si los derechos humanos siguen siendo cumplidos; ya que poseen solvencia económica suficiente para comprar una educación, una sanidad o una vivienda de calidad. De ahí que, al restringieren la vida y la lucha por los derechos a una simples operación mercantil, están implícitamente permitiendo que el Estado pase a actuar como mero gestor de negocios y de personas, dejando, de esa manera, a lo privado la tarea de realizar los derechos básicos, por obvio apenas alcanzable por aquellos que tienen dinero para pagarlo. Para los marginados, los pobres sin solvencia económica adecuada, son desarrolladas políticas públicas “de pobre y para pobre”, cuyas prestaciones ostentan carácter de caridad y, como tal, no abarcan derechos. Así, el sistema económico neoliberal proporciona la atomización y la fragmentación de las relaciones sociales porque suponen la cosificación y la mercantilización de las variadas esferas de la vida en sociedad. Por otra parte, se debe tener en cuenta la escisión socio-cultural representada por el enfrentamiento de culturas, por la intolerancia religiosa y la militarización de los problemas sociales, especialmente de la inmigración, enseña María José Fariñas Dulce. El discurso político acomete sin lugar a dudas al inmigrante la culpa por la profundización de las situaciones de injusticia, marginalización e inseguridad, rompiéndose, en definitiva con los valores de la solidaridad, de la cooperación y del diálogo que deberían conducir las relaciones sociales. Es la lógica del “más fuerte y del sálvese quien pueda”. Ese fenómeno, nombrado de fascismo social, no enfrenta las verdaderas causas de los problemas sociales y económicos contemporáneos, en la medida en que simula una realidad en la cual el inmigrante es el gran estafador y que inmigra para competir por puestos de trabajo y usufructuar de los servicios públicos. Esa propaganda mediática e ideológica intenta funcionar como herramienta de rechazo y control de la movilidad poblacional entre los países pobres y los ricos al dificultar la integración del inmigrante en sociedad y justificar la adopción de políticas de contención y de excepción de derechos en la coartada de garantizar el bien común a los nacionales. Sin embargo, los debates políticos, al revés de enfrentaren las escisiones socio-económicas, lo que exigiría una mayor intervención y regulación de lo privado, siguen militarizando los conflictos y estigmatizando esa parcela más vulnerable y débil de ése juego de intereses políticos y económicos. De ahí que, como ya señalaron Monedero y Fariñas Dulce, hace falta rescatar los valores de la solidaridad y del respecto a lo diferente, lo que engloba, desde la perspectiva de Carlos Taibo, un cambio de las costumbres direccionadas al consumo excesivo como camino exclusivo a la felicidad. Es lo que plantea el movimiento por el decrecimiento surgido en Francia e Italia.

2. El decrecimiento económico como alternativa a un mundo equilibrado

Es urgente que la población tome conciencia de que los recursos naturales y el medioambiente no aguantarán por más tiempo el ritmo frenético y ciego por lo cual son extraídos y consumidos. El cambio climático, por ejemplo, es uno de los más importantes alertas del próximo y cierto agotamiento de la biosfera. La sequia dónde no la había; el invierno riguroso en el Norte; la ampliación de los agujeros en la capa de ozono; el duradero e inevitable calentamiento global con el rápido descongelamiento del hielo en Antártica y en el Ártico son expresiones de que el mantenimiento de los mismos patrones de consumo representaran en un futuro próximo la causa del pasamiento de miles de personas. La propuesta central del decrecimiento es reducir el consumo y la producción industrial en escala global. Es decir, cambiar para todos, Norte y Sur, la manera de vivir y de consumir, presuponiendo, por obvio, que todos tengan análogas posibilidades de desfrutar de los beneficios puestos a la disposición por la globalización y por la revolución informática. Todavía, ese consumo consciente de la escasez de los recursos estaría embasado en parámetros de razonabilidad, sostenibilidad, y, sobre todo, de adecuación a la promoción de un medioambiente equilibrado y duradero, señala Taibo. Las personas deben despegarse  del deseo de consumir a través del cual se convirtieron en esclavas del trabajo que antes de ser garante de la supervivencia humana, tiene se desvelado como medio para la acumulación de capital y muela propulsora de más y más consumo, mismo que de ello no lo necesite.

Conclusión

Ese camino alternativo exige, por supuesto, más allá de esa toma de consciencia, la movilización social con reto en la creación de un frente contrario a la ampliación del consumo y a la explotación a todo costo de los recursos naturales como se no hubiese la mañana siguiente. Mírese que el fracaso de la última cumbre de Naciones Unidas que discutía los cambios climáticos y el reavivamiento del protocolo de Kioto, en Doha, fue acarreado gracias a la resistencia china que calificó la tentativa de decrecimiento económico como coartada para la modificación de las reglas del juego capitalista, a lo cual tardaron para incorpóraselas.

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Elaborado em fevereiro/2013

 

Como citar o texto:

MAGALHÃES, Leonardo Cardoso de. .¿Qué es decrecimiento económico?. Boletim Jurídico, Uberaba/MG, a. 31, nº 1130. Disponível em https://www.boletimjuridico.com.br/artigos/direitos-humanos/2945/que-es-decrecimiento-economico. Acesso em 30 dez. 2013.

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